lunes, 7 de febrero de 2011

DETALLES

Muchos aspectos intervienen para concretar una obra.

Muchas “unidades” hacen al “todo”.

Para que ese todo se presente armonioso, atractivo, interesante, cada unidad debe estar en su justo lugar. Desde el objeto central presentado hasta la baldosa del rincón deben obtener la importancia y la atención adecuada.

Se nos viene este pensamiento para agradecer la atención que recibimos al visitar una calurosa mañana de enero, el Museo del Campo o Museo de la Memoria en Ituzaingó- Corrientes.



Ordenada muestra del pasado regional, donde se atesoran documentos, maquetas, fotografías, muebles, carruajes y un sinnúmero de utensilios cotidianos que nos llevan a memorar tantísimas jornadas vividas, personales o de nuestros mayores, para llegar complacidos a una convergencia identificatoria y de pertenencia.



Pero además, (y aquí viene a cuento nuestro pensar del comienzo) en cada una de las salas habilitadas, sus ventanales estan vestidos con artesanales cortinas. Todas diferentes, con motivos zoomórficos, naturales, etnográficos, que ornamentan pero que a su vez dan la luz necesaria para la ambientación.



Artesanías valiosas. Meticulosa tarea de agujas e hilos puestos en manos hábiles y creadoras.

Ante nuestra pregunta, quien nos oficiaba de guía, con humildad casi ruborizada, nos contó que, en sus ratos de espera, entre visitante y visitante, ella se encargaba de tejerlas.



Su nombre es Irene Benítez y hay que destacarlo. Es ama de casa, abuela joven, cuando el tiempo y el presupuesto ayuda, estudiante…

Y, obviamente, una cordial guía y recepcionista de este retablo de nuestra memoria.

Un lugar que vale la pena visitarlo.

Un “todo” de nuestra memoria bien ordenado y presentado por personas que se interesan en el mensaje cálido y compartido.

¡Qué detalle!

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