jueves, 17 de marzo de 2011

Cuando madura el ananá

Con el sol todavía marcando su temperatura veraniega, en Misiones, otra vez el ananá maduro se extiende con su aroma por las chacras y quintas.

Al costado del camino, cuando las cosechas han sido promisorias, camionetas estacionadas e improvisados escaparates anuncian con sus carteles sostenidos con piedras, que hay “Ananá Dulce” a 100 metros.

Este fruto tan tropical se cultiva muy bien en la zona y sus plantas en forma de gran roseta basal, con hojas acintadas, prenden con facilidad luego que sus “semillas”, que se obtienen desprendiendo los cogollos superiores de la fruta, se siembran espaciadas sobre terrenos con buena humedad y suelos ricos en humus.

Los frutos del ananá son en realidad infrutescencias. Frutos del tipo compuesto que la Botánica califica particularmente como “sorosis”.

Las infrutescencias no son un solo fruto, si no la reunión de varios frutos en un solo cuerpo, originados de las inflorescencias. Cuando todas estas pequeñas flores agrupadas son fecundadas, se sueldan entre sí para constituir un solo cuerpo.


El ananá se consume como fruta fresca, luego de retirar su cáscara, cortado en rodajas o en cubos. En algunas ocasiones, según su acidez, espolvoreados con azúcar.

Hay distintas variedades en cultivo. Aquí se cosechan algunos de gran tamaño, indicados como fruta de plato u otros, denominados vulgarmente “de lata”, porque se han conseguido tamaños ideales para caber en una lata, pre-cocidos con almíbar.

Cualquiera de ellos pueden cultivarse a través del mencionado cogollo o brote, que como un pequeño plantín, se siembra en un rincón de la huerta para obtener frutas maduras dos años mas tarde.


Ricos en vitaminas A,B,C y D, contiene abundante agua, carbohidratos y ácidos que los hacen muy digestivos e indicados para tratar estreñimientos, diurético, vermífugo y hasta para tratar alguna dolencia en la garganta.

En cosmética se suele utilizar en rodajas, como refrescantes efectivos sobre pieles inflamadas o sobre picaduras irritantes de insectos.

Es también un buen diurético que suele utilizarse en casos de retenciones de líquidos.

Si usted cultiva sus propios ananás, puede hacer uso también de las cáscaras luego de pelar las frutas que comerá de postre.

Esas cáscaras podrán hervirse en un recipiente con un poco de agua que luego irá a reposar en la heladera. Tiempo más tarde, con un par de cucharadas de azúcar, será un delicioso refresco que todos querrán compartir.

Para este último uso, aconsejamos que sean de cultivo propio, porque seguramente usted no utilizará ni pesticidas ni baños fungicidas entre las cosas sanas y ricas que habitualmente lleva a la mesa de los suyos.

1 comentario: