miércoles, 4 de mayo de 2011

De Puño y Letra

Hace ya algunos años concluíamos en que las cartas escritas a mano, eran una “rara-avis” en la comunicación humana. Que lamentablemente llevaban todas las de perder frente a las enormes potencialidades que las nuevas tecnologías imprimen a las costumbres y culturas.
Por aquel entonces lanzamos una especie de cruzada y nos dirigimos a muchos medios de comunicación escritos del país, solicitándoles publiquen una convocatoria a escribirnos a mano, a toda persona que quisiera hacerlo, que gustosamente, de la misma manera íbamos a responderles a todos.
Aclarábamos que no pertenecíamos a ningún grupo, secta ni logia secreta. Que solamente proponíamos escribir cartas para que tan buena práctica no sucumbiera y que siguiera viva para el bien de la comunicación entre personas.
A nuestra convocatoria la denominamos “De puño y letra”.



Vaya a saber porqué avatares del destino, cuestión de costos o qué impresión hayamos causado en ese lanzamiento. Jamás recibimos una carta.

Transcurrido el tiempo, en estos días, llegó mediante el correo electrónico a nuestro buzón, un artículo que, escrito por un especialista, habla del riesgo de que se pierda la escritura cursiva y de lo bueno que es escribir a mano para el desarrollo del intelecto humano.

Este escritor y ensayista, llamado Enrique Jaime Etcheverry afirma entre otras cosas, que la pérdida de la escritura a mano incide al punto tal, que los educandos tienen muchos trastornos en el aprendizaje.

Este artículo, de repente, vino como a avivar el fuego de aquella nuestra propuesta de escribirnos “de puño y letra” y hacer más y más propuestas de que nos escribamos cartas, mensajes, esquelas. Que redactemos nuestros apuntes con biromes, plumas, lápices y papel. Que mostremos a nuestros niños como se dibujan las letras cursivas y que les relatemos que en cada trazo, estamos dejando un rasgo único, una huella de nuestras vidas y de nuestra mejor intención de vincularnos con todo el cosmos que nos rodea y con todas las personas que comparten este universo.



Escrito a mano

Por Guillermo Jaime Etcheverry

¿Cuánto hace que no experimentamos el placer de recibir una carta manuscrita en letra cursiva? La caligrafía es una habilidad humana en rápida extinción, porque ya casi no se enseña en las escuelas.
En Inglaterra se vuelve a usar la estilográfica para que los estudiantes aprendan la grafía. En Francia también se considera que no se debe prescindir de esa habilidad, pero allí el problema reside en que ya no la dominan ni los maestros.
Aunque el mundo adulto no está aún preparado para recibir las nuevas inteligencias de los niños producto de la tecnología, la pérdida de la habilidad de la escritura cursiva explica trastornos del aprendizaje que advierten los maestros e inciden en el desempeño escolar.
En la escritura cursiva, el hecho de que las letras estén unidas una a la otra por trazos permite que el pensamiento fluya con armonía de la mente a la hoja de papel. Al ligar las letras con la línea, quien escribe vincula los pensamientos traduciéndolos en palabras.
Por su parte, el escribir en letra de imprenta implica escindir lo que se piensa en letras, desguazarlo, anular el tiempo de la frase, interrumpir su ritmo y su respiración.
Si bien ya resulta claro que las computadoras son un apéndice de nuestro ser, hay que advertir que favorecen un pensamiento binario, mientras que la escritura a mano es rica, diversa, individual, y nos diferencia a unos de otros.
Habría que educar a los niños desde la infancia en comprender que la escritura responde a su voz interior y representa un ejercicio irrenunciable. Los sistemas de escritura deberían convivir, precisamente por esa calidad que tiene la grafía de ser un lenguaje del alma que hace únicas a las personas. Su abandono convierte al mensaje en frío, casi descarnado, en oposición a la escritura cursiva, que es vehículo y fuente de emociones al revelar la personalidad, el estado de ánimo.
Posiblemente sea esto lo que los jóvenes temen, y optan por esconderse en la homogeneización que posibilita el recurrir a la letra de imprenta. Porque, como lo destaca Umberto Eco, que interviene activamente en este debate, la escritura cursiva exige componer la frase mentalmente antes de escribirla, requisito que la computadora no sugiere.
En todo caso, la resistencia que ofrecen la pluma y el papel impone una lentitud reflexiva.
Como en tantos otros aspectos de la sociedad actual, surge aquí la centralidad del tiempo. Un artículo reciente en la revista Time , titulado “Duelo por la muerte de la escritura a mano”, señala que es ése un arte perdido, ya que, aunque los chicos lo aprenden con placer porque lo consideran un rito de pasaje, "nuestro objetivo es expresar el pensamiento lo más rápidamente posible. Hemos abandonado la belleza por la velocidad, la artesanía por la eficiencia.
La escritura cursiva parece condenada a seguir el camino del latín: dentro de un tiempo, no la podremos leer". Abriendo una tímida ventana a la individualidad, aún firmamos a mano. Por poco tiempo...

Si después de compartir este artículo, te sentís con ganas de recobrar esa humana sensación de escribir una carta de puño y letra… En un margen de este blog están nuestros nombres y dirección. Ten por seguro que nuestra respuesta llegará de la misma forma, a la puerta de tu casa, con la sonrisa amable de un cartero.

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