¿Cómo no adherir a su festejo?. ¿Cómo no insuflarnos nosotros también de su júbilo y su patriotismo admirable?
Son tantos los lazos que nos unen. La prehistoria y la historia continental nos amalgaman firmemente superando con amplitud los límites jurídicos, administrativos o de cualquier índole que muchas veces, perversamente, se han armado para impedir la gran hermandad latinoamericana.
La reconocemos como gran Nación, como la primera en organizarse como tal en el corazón de la América del Sur. Cuna de héroes y patriotas dignos de respeto, cuya sangre derramada sirvió para unirlos aún más e insuflar en el espíritu de todas las generaciones posteriores un rasgo distintivo de honor y nacionalismo ejemplar.
Su cultura, de honda raigambre ancestral, ha sabido calar hondo en toda la región y tal es su perdurabilidad, que en esta parte de América pervive hilvanada también entre las nuestras.
El rico idioma guaraní perdura y se autoalimenta en el habla, costumbres y toponimia en cada paraguayo y sus bellos parajes de residencia. Expresión idiomática que se realza aún más en estas personas humildes, serviciales, solidarias y cultores de la amistad como pocos.
Los misioneros de la costa del río Paraná bien lo sabemos y lo sentimos. Porque nuestros lazos superan las barreras geográficas naturales o jurisdiccionales. Cuando no hay residencias en una u otra orilla, la unidad se da en planos más personales.
Entonces aquellos lazos se hacen todavía más fuertes, porque las sangres se unen y vuelven a revivir otra vez la hermandad, aquella que tantas veces en la Historia se trató de corromper, pero el destino, tenaz e irreversible, cumple al final su ancestral cometido.
En este mes de Mayo, recordando fechas caras en la historia del antiguo Paraguay y Tape y de la primigenia provincia del Río de la Plata, aunamos nuestro festejo y adhesión para soltar al viento : Por siempre ¡Víva Paraguay!
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