viernes, 16 de septiembre de 2011

ORQUÍDEAS DE TIERRA

Es común que la palabra orquídea aluda corrientemente a plantas que crecen en árboles o troncos y muy alejadas del suelo. Esto es epífitas. Pero a pesar de esa facultad evolutiva de tan particulares y atractivos vegetales, hay muchas que, al igual que la mayoría de su reino, crecen arraigadas al suelo. Entre las orquídeas de suelo, en Misiones, se pueden citar como autóctonas la Oeceoclades maculata, la Sarcoglottis ventricosa o la Cyclopogon congestus.
Entre las colecciones de los aficionados muchas son las orquídeas de suelo que son exhibidas con orgullo en macetas donde arraigan muy bien en sustratos que no son tan sueltos ni de granulometría gruesa. En tierras humíferas y con bastante humedad es común ver hoy en los jardines misioneros las Phaius tankerville o la Betlilla striatta, originarias del sudeste asiático, y que, producto de vacaciones hacia la costa atlántica brasileña donde se las ha aclimatado, han sido introducidas y muy difundidas en nuestro medio.
En el caso particular de la Phaius, su cultivo se difundió abundantemente como parte de la ornamentación en parques y paseos públicos de San Pablo, donde tuvo su “rustificación” americana. La facilidad de su cultivo, la simplicidad de reproducción por división de matas y la duración de su vara floral, que va abriendo una a una sus flores desde la base al ápice, la han hecho una de las preferidas por los “orquidiófilos” autóctonos. Aquí, a esta hermosa orquídea de suelo, se le ha dado el nombre vulgar de “monjita”.

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