jueves, 13 de enero de 2011

LAS BONDADES DE LOS ZAPALLOS

Con el verano a pleno, en la huerta orgánica comenzamos a cosechar los zapallos que sembramos al finalizar el riesgo de las últimas heladas.

Los zapallos pertenecen a la familia de las cucurbitáceas, antiguas hortalizas de origen americano, de las cuales se cuentan que unos 8000 años AC, los aztecas ya se deleitaban con su sabor.



Los hay de diferentes formas, de tamaños, de colores, con más o menos cáscaras, de menor o mayor dureza, pero en general todos tienen una pulpa dulzona y sabrosa y un centro esponjoso, donde alberga múltiples semillas.

La coloración naranja, presente en la mayoría de ellos, denotan la presencia de betacarotenos muy indicados para la protección de la piel.

Los zapallos van muy bien en comidas tanto saladas como dulces.

Sopas, pucheros, purés, ensaladas, incorporado a masas para pastas, en almíbar o en mermeladas, dan su característico toque de sabor, de color y vierten sus propiedades nutricias y saludables.

Consumir un trozo de zapallo crudo, está indicado para aquellos que tienen arenillas o cálculos biliares.

La pulpa nutritiva aporta al organismo hidratos de carbono. Sus semillas, una vez secas y tostadas brindan al consumidor un alto contenido en proteína y grasas.

Para combatir parásitos intestinales, antiguamente se recomendaba consumir un puñado de semillas de zapallos mezclada con miel de abejas o aceite.

Los médicos de la familia solían recomendarnos el consumirlos como regulador de la función intestinal, relajante nervioso y fortalecedor del sistema óseo.

Decían también que no debíamos pasarlo por alto entre quienes teníamos estómagos e intestinos delicados porque actuaba como un buen suavizante y podía limpiar el aparato digestivo de residuos tóxicos.


Cultivamos zapallos en primavera y verano, por ser una planta sensible a las heladas.

Para su desarrollo necesitamos bastante espacio porque sus guías se extienden con bastante amplitud. Aunque este detalle puede subsanarse si hacemos trepar la planta por espalderas, soportes o cercos, agrandando así nuestro espacio de cultivo.

Los zapallos de cáscaras más gruesas se pueden guardar en lugares secos y sombríos y así tenerlos almacenados para el invierno. No olvidemos al cosecharlos de dejarles un trozo de la guía o cabo, para evitar que se descompongan con el transcurrir del tiempo.

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